China es un país de polos opuestos en perfecta unión: una breve definición de la situación actual del gigante asiático, no obstante, reveladora y muy acertada.
China es Taoísmo por excelencia, una de las varias filosofías abrazadas por sus habitantes.
La filosofía taoísta preconiza la unidad de los polos opuestos, de sus dos elementos, el Yin y el Yang, que, aunque siendo diferentes, se complementan y forman un todo.
Efectivamente, China nos desvela múltiples facetas y tiende a aceptar la dualidad de la existencia en general, y de los aspectos de la vida económica y política del país en particular. A punto de finalizar otro Plan Quinquenal, China se encuentra en una nueva fase de desarrollo.
En el ámbito político y de la diplomacia internacional, China desea mantener aquella descripción que la caracteriza, a la vez que afirmarse. A medida que va representando un mayor interés a escala global, su diplomacia necesita adoptar una estrategia diferente de la que ha estado desarrollando hasta ahora para demostrar su interés frente a los asuntos que dominan la “arena internacional”, así como participar de forma más activa. Se impone la necesidad de abandonar su filosofía de ausencia de involucración y de optar por una estrategia proactiva. Consciente de ello, el Gobierno chino comenzó a desarrollar la “Participación Creativa”, que consiste en una mayor implicación en los asuntos internacionales, imponiendo sus características propias en cuanto al modo de operar y de resolver los problemas externos. Quizás se trate de una extensión de su estrategia global de “Poder Blando”, cuyo objetivo principal reside en la resolución de los conflictos mediante “soluciones en las que todos ganan” e ideas innovadoras que respeten las diferentes culturas y las puedan integrar de manera a poder convivir de forma harmoniosa en este Mundo.
La ayuda internacional ya es una realidad para China con la cual ha convenido proseguir, toda vez que un porcentaje del PIB de los países desarrollados se destine por norma a dicha ayuda, puesto que China desea ir más allá y pasar de ser un país medianamente desarrollado a ser una nación plenamente desarrollada.
El gigante asiático no pretende de modo alguno ser preso de la “Trampa de la Renta Media”, es decir del bache donde pueden caer los países en desarrollo a costa de políticas que abaratan la mano de obra en la mayoría de los casos: ganar dinero en abundancia consiguiendo productos en el mercado a precios muy asequibles, sin apostar por otras ventajas más competitivas lo que, más tarde o más temprano, los llevan a ser adelantados y sin poder salir de dicho “nivel intermedio”.
Efectivamente, el crecimiento del PIB de la República Popular de China constaba de dos dígitos en 2010, pero hoy en día solo alcanza los 7,5%, correspondientes al objetivo del Gobierno. Esta caída se debe en parte al Estado que estableció un crecimiento del PIB del 7% como objetivo dentro del Plan Quinquenal 2010-2015. El Gobierno sabía que tenía que lidiar con otros problemas que sobrevendrían, debidos al crecimiento económico exponencial chino. El crecimiento económico ya no es una prioridad, pero si la creación de estructuras internas de servicios públicos y el refuerzo del sistema financiero. Si China no ajusta ahora su esquema económico, aunque implique una caída del crecimiento de su PIB, el coste que tendrá que pagar más adelante será muy elevado y se enfrentará a un grave problema: crecer de forma no sostenible.
La evolución más reciente (con relación a la perspectiva temporal china) muestra lo siguiente:
-de 1949 a 1978, la preocupación principal del país residía en la alimentación de su población e imperaba la ley del “Tazón de Arroz de Hierro”;
-de 1978 a 2002, China se preocupó de impulsar los ingresos de las familias y el consumo privado. Las cifras que presentó al Mundo fueron un auténtico milagro. En las últimas tres décadas, “medio billón de chinos salió de la pobreza” afirmó Christine Lagarde, Directora General del FMI durante el “Foro de Desarrollo Chino de 2012” celebrado en Pekín. Conforme a los datos del Banco Mundial, el número de chinos por debajo del umbral de la pobreza pasó de 490 millones en 1981 a 88 millones en 2003.
– desde 2002 hasta ahora, China entró en una fase de prosperidad moderada. El estado de protección social va ganando forma. El Gobierno chino se dio cuenta que estaba demasiado centrado en el crecimiento económico, en detrimento del resto. El deseo de enriquecimiento personal y de invertir a nivel individual sustituyeron la inversión en el bien común, y el Estado empezó a crear mecanismos a los efectos de un crecimiento más sostenible y una mayor igualdad social.
Esta evolución por la cual China tuvo que pasar puede compararse a lo que nos transmite Abraham Maslow, mediante su pirámide de las necesidades. Maslow indica que existen prioridades en cuanto al nivel de necesidades del ser humano, lo que se puede transponer a escala de todo un país puesto que la población es lo que lo constituye en mayoría.
De este modo, China también pasó de la base de la pirámide puesto que sus necesidades básicas estaban satisfechas (comida, alojamiento, seguridad) a los niveles superiores, es decir, las de nivel social y de la estima (educación, empleo, bienestar y valoración personal).
Por lo tanto, se puede afirmar que China se ha desarrollado mucho gracias a su evolución económica. Hoy en día, los chinos exigen que las reformas de Deng Xiao Ping se deriven a otro programa económico que todavía no ha podido ser perfectamente definido. Se tratará de una especie de mezcla entre lo mejor del capitalismo de mercado y de la economía estatal, puesto que el Mundo ha demostrado que ni uno ni otro funcionan en absoluto. Sea el “Consenso de Pekín” o el “Consenso de Washington”, ambos presentan fallos.
Cabe destacar un dato, China desea evolucionar hacia la renovación y ser la marca del Taoísmo. Necesita encontrar soluciones para su clase de nuevos ricos, empobrecida por la crisis financiera de 2008, y no solo por ella. Veamos sino las dos causas principales de la caída de la economía china:
1º- La crisis internacional que empezó en 2008 y afectó las exportaciones chinas,
2º- El freno del Estado con relación a la “burbuja económica”, concienciándose que el crecimiento no podría asentarse solamente en el cimiento y el hormigón. En consecuencia, las industrias asociadas vivieron una desaceleración (materiales de construcción y mobiliario, entre otras).
Para que las exportaciones volvieran a ser fuertes, China disponía de dos opciones principales. La primera consistía en reformular la política de precios y aplicar descuentos en sus productos, lo que no sería demasiado fácil dadas las políticas antidumping ya existentes que afectaban los productos chinos. La segunda opción consistiría en reforzar la posición de las empresas chinas a escala internacional, en particular mediante fusiones y adquisiciones de otras empresas. La inmensa inversión global realizada por los chinos es innegable, véase en el caso de Portugal.
A finales de 2011, China Three Gorges adquirió cerca del 21,35% de EDP, la compañía eléctrica portuguesa. Dicha adquisición resultó de un largo proceso de privatización, al que participaron empresas como Electrobras y E. ON.
En febrero de 2012, State Grid adquirió el 25% de la empresa REN (Red Energética Nacional) y en enero de 2013, Fosun adquirió el 80% del capital de Caixa Seguros. Esta adquisición representa cerca del 30% del mercado asegurador nacional.
En marzo de 2013, Beijing Enterprises Water Group adquirió Veolia Water Portugal, la cual asegura el abastecimiento en agua de las localidades de Valongo, Paredes, Mafra y Ourém, una inversión de 95 millones de euros. En la misma fecha, una empresa china adquirió el 35% de EDC Mármores do Alentejo por 24 millones de euros, adquisición destinada al aprovechamiento de los escombros de las canteras, a los efectos de transformarlos en mármol. El 80% de la producción sería exportada a China.
La financiación de las empresas portuguesas también conllevó la implantación de bancos chinos en Portugal. Fue el caso del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) que se implantó en Lisboa en febrero de2012, seguido del Banco de China.
Solo se trata de la inversión china en Portugal, pero sucede en toda Europa y en el Mundo. En su tentativa de conseguir una presencia cada vez mayor a escala internacional, la República Popular de China estrenará medidas que permitan producir bienes de mayor valor añadido, con un componente tecnológico e innovador cada vez más elevado y sofisticado.
Las exportaciones siguen cayendo, el Gobierno crea, en consecuencia, incentivos para paliar la disminución de la demanda e intenta apelar al consumo interno.
En resumen, se puede concluir que China es un país de dualidades que gestiona con mucha pericia. Es una mezcla de polos opuestos que se combinan en términos económicos, políticos y sociales.
La tendencia económica hacia un aumento del consumo interno y una menor dependencia de la demanda externa, al mismo tiempo que, en términos de política internacional, seguir destacando para poder exportar su posición, es una realidad. La búsqueda de una economía que se fundamente más en la iniciativa privada y el poder de la Ley, una fase requerida del Gobierno mediante la creación de estructuras de apoyo social para el empleo, la educación y la vejez es otra realidad.
Estas oposiciones aparentemente irreconciliables desde el punto de vista de la mentalidad europea son una constante en el universo chino y una marca innegable del Taoísmo, un modo de pensar que no considera el día por oposición a la noche, el calor por oposición al frio, lo positivo sin lo negativo, y que defiende que las cosas se construyen de esta manera, mediante una renovación constante gracias a la unidad de los polos opuestos, del Yin y del Yang.
De esta manera, se consigue construir un rompecabezas con piezas que parecían, a primera vista, no poder encajar.
Publicado en la Revista Portuguesa de Estudios Asiáticos, edición nº19 (2015), Instituto de Oriente (Lisboa), por Anabela, traductora de portugués y chino de Sol Marzellier Traductores TM.
Traducido por Sol, CEO de Sol Marzellier Traductores TM.
Acerca del autor
Sol es Doctorada y posee un Máster en Derecho por la prestigiosa Universidad de Paris I Panthéon Sorbonne (especialidad en Derecho Inmobiliario), así como es Licenciada en Derecho (especialidad Mercantil y Fiscal), Universidad Paris II Assas, Francia.