¿Necesitan realmente los proyectos de traducción ser revisados innumerables veces, por un sinfín de proofreaders?
La respuesta es obvia: NO… y os explicaremos por qué.
El primer paso consiste en encomendar el proyecto a un buen traductor (cf. nuestro artículo, “La calidad siempre tiene un precio”, de fecha 21 de julio de 2017) que no solo se sentirá seguro a la hora de trabajar, sino que procederá igualmente a una revisión antes de entregar el proyecto e incluso, compartirá su punto de vista con un compañero, de forma constructiva, para darle ese último toque de perfección.
Esta es nuestra visión, de ahí que nuestros traductores entreguen siempre los proyectos doblemente revisados.
El proyecto de revisión debe asentarse en una colaboración sana, profesional, fluida y constructiva entre el traductor y el revisor. Por ello, preferimos, si el cliente tuviese dudas, que un compañero de Sol Marzellier Traductores TM, que trabaje el mismo par de idiomas que el traductor, sea la persona encargada de colaborar con el mismo a los efectos de dar dicha última puntada.
Somos muchos, a lo largo de nuestra vida y nuestra profesión, a habernos tenido que enfrentar a revisores externos. “Enfrentarnos” porque lo que debería ser una colaboración pacífica se transforma en la mayoría de los casos en una pesadilla, que no pelea lingüística.
De manera general, el revisor externo tiene que justificar su trabajo y salario, por lo que llegamos a situaciones absurdas que todos conocemos: sustitución de palabras por sinónimos, oraciones a las cuales les han dado la vuelta por un motivo meramente estilístico, revisores que se empeñan en tener razón cuando no la tienen (aunque se haya justificado el uso de tal verbo, tal palabra, mediante diccionarios reconocidos), o que se empecinan porque el cliente, obrando de mala fe, se niega a pagar la traducción, que incluso cometen errores y acaban insultando al traductor… “este traductor, obviamente, no es nativo… la traducción es inservible… el texto necesita ser traducido de nuevo, y una larga lista de etc.”.
¿Y el cliente?
De manera general también, los clientes suelen ser muy escépticos, aun con pruebas obrando en su poder, y defenderán a sus revisores a capa y espada, sin darse cuenta del daño que se hacen a sí mismos y al traductor.
Y así llegamos a situaciones inextricables, donde el documento de origen parece un arcoíris, donde el contexto ya no tiene ningún sentido y la relación se ha vuelto insufrible para todos… todos perdemos, tanto en tiempo, salud como económicamente.
Las revisiones deben, igualmente, ajustarse a ciertos plazos: entendemos que una petición de revisión o una revisión realizada por un proofreader externo remitida a modo de queja dos meses tras la entrega de la traducción es, básicamente, inaceptable.
No puede existir la revisión como tal si no deriva de la firme voluntad de querer colaborar de forma constructiva, todo abuso cometido es un mal totalmente innecesario que afecta el cliente, su imagen, el traductor e igualmente el revisor.
Acerca del autor
Sol es Doctorada y posee un Máster en Derecho por la prestigiosa Universidad de Paris I Panthéon Sorbonne (especialidad en Derecho Inmobiliario), así como es Licenciada en Derecho (especialidad Mercantil y Fiscal), Universidad Paris II Assas, Francia.